Por un lado, se establece como una ciudad hospitalaria. Esto es, que se reconoce como lugar de acogida para las personas que vienen de fuera, independientemente de su estatus migratorio o las razones por las que dejaron su país de origen.

Ser una Ciudad Santuario implica entre otras cosas, proveer albergue, garantizar el derecho a la alimentación, brindar servicios de salud y atención psicoemocional, facilitar la obtención de certificados de estudios y proporcionar programas de inserción laboral.

En Estados Unidos, hay cerca de 200 ciudades santuario, entre las que destacan San Diego, Los Ángeles, Miami y Nueva York. Son lugares que se declaran como espacios seguros para personas migrantes, en donde han decidido no obedecer las órdenes federales que atentan contra los derechos humanos de las personas migrantes, como las detenciones arbitrarias por “parecer inmigrante ilegal”, generan fondos para el acompañamiento legal de las familias, dan prioridad a la atención de menores de edad, y sobre todo, se oponen a la política federal de Donald Trump que busca separar a las familias como supuesto agente disuasivo para impedir el ingreso de personas provenientes del sur del continente. Lo que ahora Donald Trump llama “enforzamiento de la ley” es actuar de manera arbitraria en contra de los Derechos Humanos de las personas migrantes. Por eso, ahora las ciudades santuario en EEUU, resisten contra el autoritarismo y la política xenofóbica de su presidente.

En su paso por nuestro país, miles de personas se han encontrado con gobiernos estatales que han ignorado los protocolos internacionales a los que México está suscrito para atender a personas en situación de tránsito, que huyen de la pobreza y la violencia de sus países de origen.

Atendiendo a su condición de ciudad santuario, la Ciudad de México ha abierto sus puertas y ha instalado un refugio en el estadio Palillo Martínez en la Alcaldía Iztacalco. Resulta fundamental que el gobierno federal, agencias internacionales y organizaciones de la sociedad civil revisen que las condiciones de este espacio cumpla con los requisitos mínimos para cubrir las necesidades básicas de estas personas, en estricto respeto a los derechos humanos y garantizando no discriminación.

Hoy más que nunca, debemos reafirmarnos como una sociedad solidaria, humanitaria y hospitalaria, frente a tendencias políticas que buscan estigmatizar como criminales a personas que se han visto forzadas a huir.

Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor o autora y no necesariamente reflejan la postura oficial de Oxfam México

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